Ya antes de que me llegara la edad de jubilarme, tenía en mente dedicar mi futuro tiempo libre en alguna labor de voluntariado. Así que, llegado el momento, me interesé por ese campo y realicé un curso de voluntariado en el que, en la última jornada, acudieron a informar distintas entidades. Una de ellas era Crecer con Futuro.
El tema de la infancia desvalida me interesa desde siempre. Acudí a un café informativo y, la única forma que en ese momento de mi vida (bastante vulnerable) pensé que podía colaborar en la organización, era ayudando en la tienda solidaria.
En los años que llevo colaborando me he sentido cómoda y me encanta poder aportar mi granito de arena para que niños que, por circunstancias provocadas por la sociedad en que vivimos, llevan una vida vacía de oportunidades de desarrollo. El cariño y el calor familiar pueden cambiar su situación.
Me ha sorprendido conocer la cantidad de personas que hay entregadas a esta labor sin esperar nada a cambio. Su recompensa es la sonrisa de los niños agradecidos. Siento mucha admiración por esas familias que acogen en su seño a niños, a veces problemáticos, y son capaces de amarlos. Les doy las gracias por su generosidad.
Herminia